
En estos días hemos estado en Madrid, ya que me habían pedido discursar en el primer evento nacional de dōTERRA en España.
Ahora vivo en Suecia, y hacía más de año y medio que no pisaba Madrid. Es una ciudad que bulle de actividad, personas por todas partes, vehículos... En esos momentos noto con fuerza el contraste con nuestra querida Malmö, que si bien es una ciudad relativamente grande, es considerablemente más tranquila.
La diferencia que más me chocó en esta ocasión fue la presencia casi generalizada de ambientadores artificiales. Estaban por todas partes: en los baños públicos, en los taxis, incluso en las entradas de los edificios particulares. En el hotel donde hicimos el evento, los vestíbulos, pasillos y baños estaban inundados de estos "perfumes".
Mi madre suele tener una fuerte reacción de tipo asmático al estar en contacto con aromas...